Nuestra Historia

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Miguel Cantón Lorenzo nació y creció en el seno de una familia dedicada durante generaciones a las actividades agrícolas y ganaderas.  

Su  abuelo, y posteriormente su padre y su tío, se esforzaron duramente en la explotación en régimen de arrendamiento de un cortijo, conocido como EL Cortijo Maroto, cercano a la localidad de Marmolejo, en la comarca de la campiña de Jaén. El cultivo del olivo, el trigo y la alfalfa, y la ganadería de vacas y ovejas fueron durante  largo tiempo el sustento de la familia Cantón. 

Miguel, Inquieto y aventurero, dejó muy joven el hogar familiar para probar fortuna en el extranjero, y durante varios años trabajó en Inglaterra y en Irlanda. A su regreso, con un rico bagaje de conocimientos y experiencia, adquiere la propiedad de una parte del cortijo Maroto para dedicarlo a la moderna olivicultura. De este modo introduce el cultivo intensivo de la variedad picual y el supe intensivo en seto de la arbequina, e inicia el proceso de reconversión al sistema de producción ecológica. 

El 2019 Miguel, junto a sus socios Tania Classen y a Raul González, crean la firma  “La Cantona Aceite de Oliva Tradicional” para comercializar bajo la marca LA CANTONA los aceites de oliva virgen extra obtenidos del fruto de los olivos del cortijo.

Miguel Cantón

Fundador

Tania Classen

Fundadora

"La Cantona"

La marca LA CANTONA es un emotivo y merecido homenaje a Doña Antonia, la madre de Miguel. 

Oriunda de  la cordobesa localidad de Montoro, Antonia es conocida como “La Cantona” desde que se instalara en el cortijo tras casarse con el padre de Miguel, a finales de los años 60 del siglo pasado. Este sonoro sobrenombre refleja sin duda su fuerte carácter y gran personalidad. 

De extracción humilde, la infancia de Antonia nuca fue fácil. Guapa, de cabello negro y ojos azules, con solo 14 años ya participaba en las labores de la recolección de la aceituna que, en aquellos tiempos, se realizaba en durísimas condiciones. 

De rodillas, en el crudo invierno, con las manos desnudas, las mujeres recogían del suelo las aceitunas que los hombres, subidos en altas escaleras, hacían caer mediante el vareo de las ramas. Los frutos recolectados por cada una se colocaban en cestos que ellas mismas trasportaban en sus cabezas. Las aceitunas así reunidas se medían en fanegas y el jornal se pagaba a destajo. 

Adelantada a su tiempo

Antonia tomó las riendas de la economía del cortijo e hizo crecer el patrimonio familiar, promovió la educación de sus hijos y con tenacidad y esfuerzo fue capaz de labrar su propia independencia económica y un mejor porvenir para toda su familia. A sus 80 años, La Cantona sigue tomando parte en todas las decisiones y asuntos importantes que afectan a la familia y a sus hijos. Como ellos mismos dicen, su fuerte carácter hace que, a veces, convivir con ella no sea fácil, pero sí lo es respetarla  profundamente, se lo ha ganado a pulso”.

Por extensión nuestra marca es también homenaje a toda las mujeres aceituneras  que hoy, en condiciones de trabajo infinitamente mejores, siguen colaborando en las tareas de la recolección del preciado fruto del olivo.